La alemana vivía con su novio en esta zona de las afueras industriales. Mi cama se situaba al lado de la inmensa jaula de cotorras que tenía el novio. Me avisaron de que seguramente su "agradable" canto me despertaría por la mañana. Y sus plumas...
Al ser diciembre, los días eran muy cortos y ya cuando fuimos a pasear por el centro de Dortmund era de noche. La navidad ya había pasado, por lo que empezaban a desmontar el árbol de navidad más grande de Alemania (en palabras de la alemana). Del mercado de Navidad sólo quedaban unos puestecillos de bebidas (cacao, Glühwein y semejantes). Ahí pude conseguir otra taza para mi colección (ya tenía del Weihnachtsmark de Aachen 2005 y 2006), pero del año anterior.
Después del paseo por la ciudad de los rinocerontes alados, regresamos a cenar a la casa. Nos esperaba una noche de cócteles. Ella había invitado a varios amigos. El novio se encargaba de la elaboración de las bebidas. Sentados todos en el sofá, los alemanes hablaban entre ellos. Fue entonces cuando noté que mi alemán no era demasiado bueno todavía. Poco pude entender. Y no conocía a nadie...
Por la mañana, antes de coger mi tren a Aachen, la alemana me quiso llevar al Museo de Minería en Bochum (también en el Ruhrgebiet). Allí te explicaban el origen y gran desarrollo de la zona gracias al carbón. De Bochum, ciudad hermanada con Oviedo, no vi nada más. Y en Bochum, fue lo último que supe de la alemana. Después desapareció.
Y un día después volví a Madrid, donde pasaría mi nochevieja. Mientras, me preguntaba cómo sería el 2007 con mi relación con Alemania.
No hay comentarios:
Publicar un comentario