lunes, 18 de junio de 2007

Osteuropa (II): simplemente Viena

En menos de un año volvía a Viena, una ciudad no muy grande pero con mucho encanto. Pudimos recorrer sus calles, sin problemas, pues de muchos lugares aún me acordaba.

El idioma tampoco era ningún problema. Or decía que podía distinguir el acento austriaco del alemán, pero yo no demasiado. Al menos pudimos leer los carteles del metro (y entenderlos), como la clínica para muñecas de cualquier época.

Or buscaba desesperademente un recuerdo de Viena (o Austria) para llevar a sus familiares y amigos en Chile. Había muchas tiendas, pero nada que le interesara demasiado. Vimos unos abrelatas bastante bonitos. Casi se los lleva. Pero mirándolos detenidamente, descubrí cierta palabra "Spain" y en otro modelo "Germany"...Vaya, por lo visto de Austria sólo tenía el nombre. Al enterarse Or los rechazó. Ella sólo quería objetos locales.

El primer día dormimos en albergues distintos. El mío de once personas en una única habitación en un piso del centro de la ciudad. Or tenía una habitación de cuatro en las afueras, en la última parada de una línea de metro .

Entre los edificios clásicos, fuimos a ver otros conocidos sólo para los que estudian arquitectura. Or no quería demasiado, pero allí fuimos.

Palmengruß aus Spanien (en un parque, palmeras catalanas), Mozart y Freud bizcos en algunos carteles, nuestras propias fotos semi-sumergidas en la fuente delante de la iglesia de San Carlos (Karlskirche) y otras fotos experimentales, paseos nocturnos por barrios poco turísticos, idiomas inventados en las casas de protección en la ciudad de la ONU, ardillas que roban y comen barquillos con chocolate, palacios con jardines y caballos, dormirse en el tranvía número 1(circular que nunca para de dar vueltas al Ring), tartas vienesas para cenar, atardecer en el Danubio y mucho calor...das war alles in Wien. Simplemente Viena.

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