A la mañana siguiente me acercaron a la estación y a la Sparkasse (que al no haber pasado por Aachen no pude coger dinero antes). Estando en el coche de la familia alemana, llamó el español. Se me olvidó completamente avisarle...Él ya estaba en el tren de Aachen a Colonia. Después de unos cálculos, me di cuenta de que por coger el tren en Rheydt, no llegaríamos a tiempo a coger el tren de Bonn, así que habría que avisar a la alemana del Sprachtandem que llegaríamos tarde.
No tuve problemas de encontrar al español en la estación de Colonia. Estaba a punto de comprarse el ticket a Bonn (hasta Colonia no hay que pagar con el Semesterticket), pero aprovechando que yo ya había tenido que comprar uno desde Rheydt y era un ticket NRW, y nos valía. Este ticket se parece al Schönes Wochenende de Alemania (cinco personas en fin de semana a un buen precio), pero sólo válido en Renania del Norte-Westfalia en cualquier día de la semana. Puede que a él le saliera unos pocos euros más caro, pero yo ya había hecho planes en Rheydt.
La pobre alemana tuvo que esperarnos una hora más de lo previsto, pero no pareció importarle. Lo primero que hicimos fue dar un paseo por Bonn, que no se tarda mucho. Y tras comer, cogió su coche para llevarnos por los alrededores de la ciudad, que ya no conocía.
En Bad Godesberg fuimos a un castillo y se nos antojó subir a la torre, para tener vistas de Bonn y alrededores. Poca gente debe subir a la torre del castillo, pero mereció la pena. Tras abrir la puerta con una llave de estilo medieval, nos encontramos con que las luces no funcionaban y la luz natural era bastante escasa. Subimos las escaleras acaracoladas sin luz, usando en algunos tramos la iluminación de la pantalla del móvil. Quitando este último detalle, me sentí transportada a la edad media. Para llegar a la cubierta, había que abrir una puerta horizontal, que daba a la luz y a las vistas. Nuestras únicas compañeras allí arriba eran unas palomas y Bonn a vista de pájaro.
Más tarde fuimos al campo, para tener un punto de vista diferente del Rhin. Caballos, ovejas, caminates y ruinas. Y desde los restos arquitectónicos, un gran río, una isla-colegio y el horizonte de la inmensidad.
De vuelta a Aachen, tenía que prepararme para el viaje que comenzaría al día siguiente. Esta vez sería a Francia.
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