Pasaríamos casi cuatro días en tan rústico paisaje. No era Munich, pero tenía mucho encanto. Era otra Alemania.
Los primeros días el sol nos acompañó, pero el viento hizo de las suyas, haciéndo que los aparentemente tranquilos árboles del Eifel empezaran a soltar su polen. Todo se lleno de esa sustancia amarillenta. Para mí no era ningún problema, pero sí para los alérgicos. El lago (Rursee) parecía contaminado por alguna idustria invisible. Pero era una gran cantidad de polen, que se acumulaba en las orillas.
Para llegar hasta el lago teníamos que bajar más de dos kilómetros entre bosques con todo tipo de obstáculos. Lo peor era volver, cansados, cuesta arriba y sin luz (era siempre de noche). La pantalla de los móviles no servía para mucho, pero peor era nada. Es que albergue realmente era tranquilo...
De la lista que Dor había propuesto para visitar: paseo por el lago en barco, visita a los pueblecitos, un museo de no sé qué...se hizo poco. Difícil controlar a 13 cabezas, cada una con ideas propias. Algunos pensaban más en comer (o no hacer nada) que en ver pueblecitos alemanes. Muchos se quejaban, que ya tenían paisajes semejantes en Chile.
Sea como fuera, los pueblerinos ya nos conocían. No es común ver a grupo tan grande en pueblos tan pequeños. Cuando pasaba alguien, en coche o andando, se nos quedaba mirando a la vez que sonreía. Ya tendría qué contar a sus vecinos: "Vi al grupo de trece extranjeros".
Una de las tardes pensamos en hacer algo divertido. Para ello, nos dividimos en dos grupos: unos iríamos en canoa y otros en bici. Conseguimos alquilar dos canoas. Era la primera vez que iba a hacerlo. En cada canoa íbamos una chica y tres chicos. Nuestra canoa empezó siendo la más lenta, pero a la vuelta ganamos. Sólo las chicas fuimos las únicas que no acabamos en el agua del Rursee. Mientras descansábamos en una pequeña playa, ellos se limitaron a jugar con las canoas...poco a poco el lago les absorbió a todos.
El día que volvimos, los chilenos se estaban planteando qué decirle a Dor para explicarle el cambio de planes (o más bien, el poco caso que le habían hecho).
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